Seppe alzando una Kwak |
"Servir y beber Heineken en Bélgica es una vergüenza. Para nosotros está considerada como kattenpis (orina de gato). Los Países Bajos son muy buenos en muchos ámbitos, pero no pueden comparar sus cervezas con las nuestras. Nosotros sí que sabemos cómo hacerlas". Seppe de Landtsheer acaba de dejar bien claro lo relevante que este producto es para su país. En realidad, la cerveza va más allá de ser una simple bebida alcohólica en Bélgica. Juega un papel principal a la hora de mantener a la nación unida y junta.
Con una identidad regional muy fuerte, este estado del Benelux se encuentra política, cultural, económica y lingüísticamente dividido entre la zona industrial, rica, flamenco-holandesa parlante de Flandes al norte; el área más desempleada, francoparlante de Valonia al sur; y la región germanohablante al este. Bruselas, mientras tanto, resiste como la capital bilingüe, neutral, principalmente habitada por valones, situada en territorio flamenco. Tal es el distanciamiento que varios son y han sido los intentos separatistas, sólido el apoyo de movimientos nacionalistas -básicamente en Flandes- e inestable la esfera política. De hecho, Bélgica registró el tiempo más largo sin un gobierno constituido después de unas elecciones (589 días).
La cerveza está bien presente en la vida de los belgas. De media anual, cada uno de ellos bebe 84 litros al año, que solía ser 200 litros en 1900. Además, el país aloja varios festivales cerveceros a lo largo del año y alberga miles de cervecerías que ofrecen una amplia selección, llegando a alcanzar incluso más de 1000 en alguna especializada. De aquí se deriva un gran conocimiento, dentro de este hábitat particular, entre la población local como manifiesta de Landtsheer al hablar de los premios a la mejor cerveza del mundo.
Este joven oriundo de Brujas (25), actualmente viviendo y trabajando en Sevilla (España), no puede evitar compartir conmigo sus sentimientos y opiniones sobre este asunto mientras bebemos una Tripel Karmeliet en la capital andaluza.
"Me siento orgulloso cuando veo una cerveza belga en un bar en el extranjero, independientemente de su región. Junto con la selección nacional, Vincent Kompany (futbolista belga) y las patatas, es un todo con el que me puedo identificar cuando estoy fuera de mi patria. Ello muestra, de alguna manera, su trascendencia".
Y es que algunos de estos factores han sido usados por las autoridades competentes para hacer crecer este espíritu de comunión. Uno de los episodios más recientes tuvo lugar durante el pasado Mundial de Brasil 2014. Después de algunas ausencias, Bélgica se presentó en el torneo como el equipo revelación. Nuevas estrellas mundiales habían emergido (Courtois, Fellaini, Hazard...), atrayendo así el foco tanto de la prensa internacional como de los amantes del deporte. Con esto en mente, la federación de fútbol decidió concentrar los intereses de la nación en una fórmula compuesta por Jupiler (la marca de cerveza más popular) como patrocinador, Stromae (uno de los músicos más famosos) como autor de la canción oficial, y Vincent Kompany (defensa del Man. City y uno de los jugadores más prominentes en el extranjero) como capitán.
Historía, economía, gastronomía
Stoovlees/Carbonade |
Hoy en día existen más de 1000 tipos de cerveza belga que varían desde pale lager hasta lambic y roja flamenca. Esta es la consecuencia del histórico camino de esta bebida en el país, un líquido que se remonta a fechas bastante anteriores a la independencia de la propia nación, enraizándose fuertemente en la cultura belga.
Uno puede hablar de cerveza en Bélgica a partir de la época de las primera cruzadas en el siglo X. Bajo el permiso de la iglesia católica, abadías locales francesas y flamencas comenzaron a elaborar y distribuirla como vía de recogida de fondos. Este proceso continuó durante las siguientes siete centurias, firmemente supervisado por las abadías, desarrollando técnicas que ahora conocemos como tradicionales y artesanales.
Consecuentemente, su peso económico es importante. Hay, aproximadamente, 180 fábricas de cervezas en el país, desde gigantes internacional hasta pequeñas factorías. Además, Bélgica exporta el 60% del total de la producción.
Más de uno se alegrará aún más después de conocer los propiedades saludables de la cerveza. Aunque seamos algo más concretos. Resulta que en la época de su introducción en Bélgica, se prefería como opción sanitaria frente al agua potable debido a su, relativamente, baja graduación alcohólica. Uno se debería preguntar, entonces, lo beneficiosa que era ese agua.
En cualquier caso, esto podría explicar por qué la cerveza está tan presente en la gastronomía belga. Unos cuantos platos tradicionales usan esta bebida como ingrediente clave. Uno de ellos es, tal y como sugiere de Landtsheer, Stoverij/Stoofvlees (en flamenco) o Carbonade (en francés), un guiso de carne de vaca cocinado en este mismo líquido. La cerveza utilizada, remarca de Landtsheer, es normalmente la especialidad regional, resultando así en un sabor diferente. Un recurso más que una obligación.
Asimismo, y al igual que ocurre con los vinos en otras partes del mundo, el amplio abanico de cervezas en Bélgica hace posible que se combinen con los diferentes platos de un menú. De este modo, uno puede esperar que se beba 1) cerveza de trigo con marisco o pescado; 2) claras/tripel con pollo y carnes blancas; 3) las cervezas tostadas son buenas con carnes oscuras; y 4) para el postre, lambics afrutadas.
Todo está en el cristal
Esta charla acerca de la cerveza en Bélgica surge después de que de Landtsheer me lleve a un bar internacional en la ciudad hispalense. Tiene muchas ganas de volver a beber una Tripel Karmeliet tras varios meses, Padece de esta particular añoranza, que no es solo el hecho de disfrutar de esta marca en concreto, sino también todo el proceso relacionado con ello. Uno al que no le resulte familiar, como es mi caso, no puede entender por qué o qué está pasando al principio. Unas jarras y las explicaciones apropiadas resultan bastante útiles para superar esa barrera.
Todo comienza, describe Seppe, con el recipiente. Mientras se hace con la suya me explica que, hoy en día, las cervezas belgas se venden en botellas de cristal marrón/verde oscuro para evitar los efectos negativos de la luz en el líquido, incluyendo algunas veces un poco de levadura para resembrar y así favorecer un fermentación extra.
La suya es una 'cerveza especial', como se conocen normalmente a las cervezas embotelladas o fuertes, y como tal le dan un elaborado vaso de la marca en donde se dispone a servirse. Hay un detalle al que de Landtsheer quiere que le preste atención: la espuma. Si no hace, relativamente, mucha es que no está limpio del todo.
La vasta selección de vasos, así como sus propiedades, hablan, una vez más, de la relevancia y el peso de este producto en Bélgica. Se entiende que usar el vaso correcto mejora el sabor. Entre los tipos más comunes está el del tulipán. Su forma juega una doble función: por un lado, ayuda a preservar el aroma y por lo tanto crear una sensación olfativa; por otro lado, mantiene grandes espumas, añadiendo de esta manera un atractivo visual.
Otro recipiente altamente apreciado es la flauta champanera, preferiblemente usado con cerveza afrutadas o lambics. Su estrechez ayuda a mantener la efervescencia, mientras otorga un fuerte aroma.
Kwak
La coronación a este viaje cultural a lo largo de este particular romance entre Bélgica y la cerveza viene con un de las marcas más aclamadas, cuyo vaso es mundialmente conocido.
Seppe y yo pedimos sendas Kwak para brindar por nuestra colaboración -compartiendo trabajo en Triana Backpackers incluido- y no puede evitar contarme algunas peculiaridades acerca de esta marca, comenzando por el origen de su nombre, que popularmente se cree que deriva del sonido que hace mientras se echa, con especial atención a las últimas gotas gordas.
Al parecer, la gente debe dejar un zapato como depósito cuando compra una Kwak, solo devuelto después de entregar este vaso tan distintivo. Con una medida de 25cm de largo, este recipiente en forma de tubo se ensancha en la parte superior, mientras que es redondo y bulboso en la inferior. Siempre se sujeta en una estructura de madera ya que cualquier intento de apoyarlo sobre la mesa terminaría desparramándolo.
Alcémoslo simplemente y digamos SANTÉ!