Thursday, 3 July 2014

SENEGAL. Teranga, hospitalidad 'made in Senegal'

Mamadou (i.) y Abdoulaye (d.)
Uno para todos y todos para uno”. No, no me refiero a la famosa frase de la novela de Alejandro Dumas ‘Los Tres Mosqueteros’. Así es como Abdoulaye y Mamadou resumen la esencia de, probablemente, el elemento más representativo de la cultura de su país: la Teranga senegalesa.

Teranga literalmente significa hospitalidad en wolof, un idioma de esta nación del África occidental, pero va más allá de la simple y cortés acogida que nos podemos encontrar por todo el mundo. Es más que un arte; es un estilo de vida. Es el espíritu de la camaradería, tolerancia y aceptación del uno al otro. “No es algo legendario, sino una actitud puesta en práctica mediante pruebas diarias”, comparten ambos.

Un ejemplo notable de este comportamiento se puede observar en varias tradiciones que giran en torno a la comida. La típica manera africana de comer es una buena representación. La gente se reúne en un círculo y se coloca una gran olla en el medio; a continuación, casi de manera coordinada, estiran sus brazos para hacerse con una ración. Sin límites. Todo el menú se comparte entre todos. Asimismo, otra señal en esta dirección es el hecho de que uno puede entrar en cualquier casa o incluso la población invita a quien esté pasando para que se les sume.

“Declinar una invitación apenas sucede y de ser así se vería como algo ofensivo. Deberías tomar algo, aunque sea solo un poco”, explica Abdoulaye, Profesor de español en Saint-Louis y estudiante de un Máster en Filología hispánica en la Universidad de León (España).

Vinculado a la interpretación gastronómica está el bolu dokhendem. Este término se refiere a la porción que se aparta y guarda de cada menú. Así, siempre hay algo que ofrecer en caso de una visita inesperada o de un imprevisto. “El nuestro es un continente pobre en cuanto a dinero, pero muy rico en espíritu y valores”, diferencia Mamadou, quien emigró a España hace unos meses, mientras compartimos un Thiebou Guinar (un plato que consiste en arroz y pollo). En realidad, no necesité viajar a Senegal para experimentar esta sensación. Al parecer, la Teranga está bien impregnada en sus compatriotas.

Como se puede suponer, el modo de interactuar entre la gente es un elemento clave de esta percepción de la vida. Si hay un huésped en casa, nadie duda en ofrecerle una cama. Aunque pueda implicar dormir en el suelo ¡de tu propio hogar! Si hay cualquier necesidad de pedir prestado dinero o algún otro servicio para acoger perfectamente, nadie se lo pensará dos veces independientemente de orígenes, fes o la condición que sea. Según la fuente Atlas du Senegal hay una estimación de veinte grupos étnicos en Senegal.

“La Teranga es algo muy ancestral y tiene, como consecuencia, esa alta tolerancia hacia otras culturas y religiones. Nosotros ni tratamos ni miramos a la gente según etiquetas, sino como seres humanos”, remarca Abdoulaye.

Educación como pilar

Thieboudienne, un plato a base de arroz y pescado
Generaciones y generaciones de senegaleses han encarnado el amplio abanico de valores asociados a la Teranga. Un espíritu que se ha acostumbrado a las circunstancias que le rodean mientras se ha preservado en el tiempo. Y la educación juega un papel importante en esta simbiosis, así como en la transmisión de su legado. “Desde que somos muy jóvenes, tan solo niños, nos dan lecciones morales. Nos dicen una y otra vez que respetemos a nuestro prójimo como a nosotros mismos sin importar sus características”, explica Mamadou. Enseñanzas en la escuela y dentro de la familia. Uno debería tener en cuenta y no olvidar cuán fuertes son las jerarquías sociales en función de la edad en el psyché africano. 

“Nadie cuestiona la autoridad de alguien mayor. Eso es simplemente impensable. Tal es el respeto por los ancianos que les llamamos ‘papá’ o ‘mamá’ incluso si no hay ninguna relación sanguínea”, destaca Abdoulaye entre risas cuando compara que en Senegal cuanta más edad, mejores sensaciones mientras que en España cuanto más joven uno pueda parecer, más feliz uno puede sentirse. De hecho, una especie de proverbio acerca de la tradición oral africana recoge esta idea: “Cuando un anciano muere es como si se quemara una biblioteca”.

Senegal es un país, al igual que el resto del continente, lleno de ritmo. Es por ello que no sorprende pensar en la música también como un actor significativo en esta tarea formativa. Youssou N’Dour, “quizás el cantante vivo más famoso en Senegal y buena parte de África” como le describió la revista Rolling Stone en 2004, ha sabido cómo usar su influencia para contribuir en la difusión de esta causa mediante las letras. En muchas de sus canciones recalca este valor a los conductores y vendedores pues son éstos quienes pasan más tiempo con los turistas. Una pista en la misma línea es “Teranga Senegal” de Ismaël Lô. El título habla por sí solo. Sin abandonar la importancia de las palabras, uno no puede ignorar la literatura. De acuerdo con Abdoulaye, “es un reflejo de la sociedad”, razonando de este modo que la Teranga es un asunto muy recurrente en este arte.

Considerada como una virtud desde el punto de vista filosófico, esta particular hospitalidad repercute en el ritmo de vida, que es más lento que en el mundo occidental. Mamadou bromea al recitar ese famoso refrán africano: “Vosotros, los europeos, tenéis los relojes; nosotros, los africanos, tenemos el tiempo”. De igual modo distingue que “la Teranga se materializa más en pueblos y áreas rurales. El ritmo urbano hace que sea más complicado”.

Ética complementaria y desafíos

Youssou N'Dour
Abdoulaye y Mamadou son dos verdaderos enamorados del fútbol. En el momento de nuestro encuentro el Mundial de Brasil estaba a solo unos días de comenzar. Fue, precisamente, este mismo torneo hace doce años lo que sirvió para mi primer contacto, por así decirlo, con Senegal. Ver a Les Lions de la Teranga jugar el partido inaugural y vencer a Francia –la defensora del trofeo por aquel entonces- fue impactante.

Todavía recuerdo muchos de los miembros de aquel colectivo. Tony Sylva, El Hadji Diouf, Henri Camara, Bouba Diop, Aliou Cissé, Salif Diao…son solo algunos de aquella histórica plantilla que alcanzó los cuartos de final. Y también debería señalar lo útil que esto resulta para iniciar una conversación con gente senegalesa. A decir verdad, es fácil llevarse bien rápidamente con muchos de ellos. La integración es un aspecto que fomentan al presentar a la comunidad al invitado de uno. “Imagina una mesa sin una de sus patas. Eso es la Teranga si no integras al recién llegado”, argumenta gráficamente Mamadou para subrayar la existencia de una ética complementaria para conseguir el propósito común de la Teranga.

Ngor es un concepto que responde perfectamente a esa responsabilidad. Alude a la necesidad de interiorizar que cada uno ha de contar con sus propios esfuerzos y lo vergonzoso que es mendigar (asociado a la gente discapacitada). “Ngor es como si nos alertara para seguir hacia delante y no caer en la tentación de relajarnos y acostumbrarnos a la generosidad de otro. Por esta razón la educación es tan importante”, justifica Abdoulaye.

La vida está llena de contrarios y dobles caras. He ahí que los posibles aspectos negativos deban tomarse en consideración también, especialmente una extrema solidaridad. “Frena el progreso de aquellos que siempre dan. Hay gente que, en situaciones de incapacidad, puede llegar a endeudarse para mantener la Teranga. Esto deriva en pensar como recaudar dinero para afrontar este revés financiero y, por lo tanto, estrés”, detallan ambos.

Otra amenaza podría verse en los efectos de la modernización o en una poderosa influencia desde fuera, concretamente desde aquellos territorios o empresas con una mayor capacidad de expansión. Para ellos “no es peligrosa a corto-medio plazo. Debemos abrirnos a otras culturas sin perder nuestros valores. De esto se trata. Ni ceñirnos únicamente a nuestras tradiciones ni aceptar todo lo que viene del exterior”, declaran.

Hay todo un mundo dentro de la Teranga. Un mundo que Abdoulaye y Mamadou están orgullosos de personificar estén donde estén. Un mundo que, en sus propias palabras, “trata a los otros como a seres humanos y perpetúa la buena imagen de África”.