“Si insistes en saber lo que es saudade,
tendrás que antes de todo conocer, sentir lo que es querer, lo que es ternura;
tener por bien un amor puro; vivir. Después comprenderás lo que es saudade.
Después que hayas perdido aquel amor saudade es soledad, melancolía, Es
lejanía. Es recordar. Es sufrir”.
Saudade
es un concepto tan enraizado en la cultura lusófona (y gallega) como difícil de
explicar. El Dicionário Houaiss da lingua
portuguesa la define como “un sentimiento algo melancólico de lo
incompleto. Se relaciona a la rememoración de situaciones de privación debidas
a la ausencia de alguien o algo, mudarse de algún lugar o cosa, o la ausencia
de un conjunto de experiencias y placeres particulares y deseables vividos
alguna vez”. Miguel Falabella es más conciso y va más directo al grano. Para él
es “la nostalgia que deriva de una falta de conocimiento”.
Los
versos al comienzo de este texto pertenecen a Mario Palmeiro. Como muchos
otros, este compositor brasileño intentó dar forma, a través de palabras, a este
sentimiento que va más allá de cualquier simple comprensión. Una sensación que
roza por momentos el límite de la metafísica. En realidad, la saudade abarca tal conjunto de emociones
y circunstancias que cualquier intento de adaptación literal no correspondería
del todo, y por lo tanto no sería descabellado decir que la mejor puede ser el
propio término.
Entender
la saudade es entender la esencia de
las culturas lusófonas y la gallega. Puesto que un idioma es un vehículo de
comunicación dentro de las sociedades y evoluciona parejamente,
complementándose mutuamente. Esto justificaría el porqué de que otras lenguas
hayan fallado a la hora de incorporarla y traducirla. No lo malinterpreten.
Cada idioma tiene su propia palabra para permitirnos expresar un sentimiento
similar (hiraeth en galés, natsukashii en japonés o kahio en finlandés, entre otros), pero
son todos los factores adheridos los que la hacen única.
Todas
las culturas bajo el paraguas de la Lusofonía (más la gallega) comparten una
serie de particularidades que juegan papeles clave en el desarrollo de la saudade. En este contexto uno debería
subrayar, entre otras muchas características en común, cuán históricamente
marcadas por la emigración están –tanto nacional como internacional-, la
mayoría de las veces debido a razones socioeconómicas. Asimismo, sus
diferencias son tan notables como variados los antecedentes de los legados que
ayudaron a erigir sus propias identidades.
Mencionado
esto, tiene sentido distinguir entre los elementos de una saudade general y aquellos de específicas regionales. Para tal
propósito, este artículo navegará entre ese surtido de percepciones fijándose
en tres extranjeros, que viven en la ciudad española de León, de tres países de
tres continentes: Dña. Sofía
Silva (Portugal), D. Gutenberg Alves (Brasil) y Dña. Tatiana Almeida (Cabo
Verde).
Portugal, sentimiento de que algo falta
“Tener la sensación de que pierdes una parte de tu alma”
Sofía Silva |
“La saudade es un conjunto tan grande de sentimiento que hace que sea difícil traducirla, por lo tanto no es únicamente echar de menos. Es una manera de exteriorizar los sentimientos. Es por ello que decimos que un portugués está siempre más o menos; ni muy triste ni muy feliz”, razona Sofía Silva, representante del Instituto Camões en León (España) y Profesora de portugués en el Centro de Idiomas de la Universidad de León.
La
historia y las artes de la nación lusa
son ejemplos de esta vasta característica cultural. Portugal fue, otrora, líder
y referencia de viajes exploratorios así como un imperio que gobernó sobre
territorios distribuidos por todo el mundo. Vasco da Gama o Fernão de Magalhães
son dos nombres estelares de una larga lista. Su localización en una punta del
Viejo Continente, teniendo al Océano Atlántico como una de sus principales
fronteras, puede haber contribuido para que su gente haya crecido mirando más
allá del horizonte con el fin de encontrar su sentido y “explicaría por qué un
país tan pequeño (en tamaño) se lanzó a expediciones de descubrimiento y, por
lo tanto, calmando, de alguna manera, su curiosidad y esa búsqueda de lo que
falta”, resume Silva.
La
saudade es un tema recurrente en las
diversas manifestaciones artísticas. Desde la literatura con corrientes como el
‘Sebastianismo’, que señala esa espera hasta que la situación del momento
mejore, o el ‘Saudosismo’; el cine o la música. Cuando se piensa en música
portuguesa hay un estilo que casi automáticamente se nos pasa por la cabeza: el
fado. De acuerdo con Silva, “el fado muestra y transmite ese sentimiento
de vacío y su tono facilita su fuerte asociación con la saudade”. Además, Silva nos guía, por un lado, para que pensemos
que el fado no es solo tristeza, sino
felicidad también al recordar los buenos tiempos pasados, como por ejemplo el Fado de Coimbra y su recuerdo de los
años universitarios; y por otro lado, que la mayoría del resto de géneros
musicales también recogen esta particular melancolía en sus letras.
Teniendo
esto en cuenta, el himno nacional –APortuguesa- merece una mención especial ya que refleja la esperanza de
devolver a Portugal a lo que fue.
Heróis do mar, nobre povo, ( Héroes del mar, noble pueblo)
Nação valente, imortal, ( Nación valiente, inmortal)
Levantai hoje de novo ( Levanta hoy de nuevo)
O esplendor de Portugal! ( ¡El esplendor de Portugal!)
Entre as brumas da memória ( Entre las brumas de la memoria)
Ó Pátria, sente-se a voz ( Oh Patria, se siente la voz)
Dos teus egrégios avós, ( De tus distinguidos antepasados)
Que há-de guiar-te à vitória! ( ¡Que han de guiarte a la victoria!)
Às armas, às armas! ( ¡A las armas, a las armas!)
Sobre a terra, sobre o mar, ( Sobre la tierra, sobre el mar)
Às armas, às armas! ( ¡A las armas, a las armas!)
Pela Pátria lutar! ( ¡Por la Patria luchar!)
Contra os canhões marchar, marchar! ( ¡Contra los cañones, marchar, marchar!)
Toda
vez que la época espléndida terminó, el país ha tenido que lidiar con una
decreciente situación socio-económica durante décadas y décadas, dictadura de
extrema derecha incluida (1933 – 1974). Esta dureza, en la que muchos podrían
haber encontrado un motivo para quejarse y bloquearse, ha funcionado como una
lección para o povo luso. “Hemos
aprendido a seguir hacia delante y decirnos a nosotros mismos que para cumplir
el objetivo final debemos continuar. Digamos que empleamos los fundamentos de
la saudade como nuestro motor”,
remarca la profesora de Porto.
Estos
contratiempos provocan una creciente emigración hacia Lisboa y Porto, si es
interior, pero especialmente hacia el extranjero. Este fenómeno personifica la saudade en un doble sentido como detalla
Silva. “La persona que marcha echa de menos su tierra así como el hecho de la
propia partida, y espera regresar. La persona que se queda echa de menos al que
marcha, y espera que vuelva”.
De
ahí que se pueda decir que la saudade
es tan dinámica y vívida que siempre permanece contemporánea. En este proceso,
la tecnología también tiene su espacio. El desarrollo de nuevos dispositivos
facilita el contacto con aquellos en la distancia y acerca a uno, más que
nunca, a aquello a lo que está acostumbrado sin tener que estar allí
personalmente. Para Silva, sin embargo, esto “aunque suaviza, no remedia el
sentimiento de saudade”.
Brasil, saudade regional y política
“Saudade es lo que queda de lo que no queda”
Gutenberg Alves |
Brasil,
como casi toda nación, tiene sus propias diferencias económico-geográficas. El
estado de São Paulo es el más rico y próspero; es un destino posible para
aquellos cuyas ciudades natales o de residencia no comparten este estatus.
Durante décadas y décadas, esta fue la situación del Nordeste mientras que el
Sur, de una tradición más europea, ha disfrutado de una condición más
adinerada.
Para
Gutenberg Alves, doctorando brasileño de Derecho en la Universidad de León
(España) y Docente en Brasil, comprender y saber estas circunstancias son
“necesarias” para entender cómo se siente y cambia la saudade por todo el territorio. “La saudade del Nordeste tiene un carácter más profundo de esperanza.
La gente de esta área solía (y todavía lo hace) emigrar en busca de trabajo y
ganar dinero guiados por su fe en regresar a casa más tarde o más temprano. Se
asemeja a la de aquellos portugueses que fueron a construir Brasil contando con
volver a su país después de todo. Por otro lado, la sureña es más nostálgica,
quizás derivada de aquellos europeos que llegaron para nunca retornar, y no hay
esa certeza de que sea un viaje de ida y vuelta”.
Alves,
comúnmente conocido como ‘Guto’ entre sus amigos, nació en el Sur de Brasil,
pero preserva el espíritu de su ascendencia de Campos Sales. Sus padres emigraron
desde esta localidad del Nordeste y pareció ser el preludio de la vida de Guto,
quien ha residido a lo largo y ancho del país y, consecuentemente, sabe lo que
significa dejar vínculos afectivos detrás.
Quien
también tuvo que dejar a sus amigos, familia e, incluso, a su país a un lado,
debido a razones bien diferentes, fueron Caetano Veloso, Gilberto Gil y Chico
Buarque. Estos tres emblemas de la música brasileña hubieron de exiliarse por
su oposición a la dictadura (1964 – 1985). “Siguieron componiendo y actuando
desde la distancia, y es precisamente ese nuevo elemento de estar a miles de
kilómetros algo que no pasó desapercibido en sus letras. Veloso, Gil y Buarque
recogieron esta melancolía de añorar su tierra, su círculo de gente cercana y
la esperanza de estar de vuelta algún día en un Brasil más brillante”, declara
Alves señalando que “esto mismo se encuentra, tradicionalmente, en la música
del Nordeste”.
En
esta relación entre saudade y música brasileira hay una canción en mayúsculas
que no se puede omitir: Chega de Saudade
(basta de saudade). Está considerada
la primera pista grabada de bossa nova.
Su creación combinó a dos de los músicos locales más populares. La música fue
compuesta por Antonio Carlos Jobim y la letra fue escrita por Vinicius de
Moraes. Aunque primeramente lanzada en 1958 por Elizete Cardoso, no sería hasta
1959 cuando se convirtió en un éxito y solidificó la bossa nova como un género permanente en el repertorio de música
latina después de que João Gilberto la publicara como un sencillo.
Como
se puede deducir de las líneas anteriores, la saudade puede funcionar políticamente también y, créanlo o no, el
llamado Maracanazo está involucrado.
De acuerdo con Alves, “la derrota del Mundial en 1950 se extrapoló a la
sociedad. El fracaso de la selección nacional se usó para expandir la idea de
que la organización del torneo fue un fiasco. Desde entonces ciertas cebaron a
la población con la concepción de que cualquiera que fuera el proyecto que
Brasil estuviera dispuesto a albergar resultaría en vano”.
Este
engendrado “sentimiento de inferioridad” frente a otros, frente a lo foráneo,
conocido como viralata, comenzó a
superarse hace algunos años, principalmente –pero no exclusivamente- bajo el
gobierno de Lula da Silva (2003 – 2011). “Levantó a la gente de ese pesimismo
social con sus políticas y actitud. Nos arengó a ponernos en pie y levantar la
esperanza frente al miedo, a recuperar esa esperanza que nos permitiera ser de
nuevo ese poderoso Brasil que éramos en el pasado y que añorábamos”, analiza
‘Guto’.
Tal
fue el uso de la saudade por Lula da
Silva que algunas de sus campañas políticas la revirtieron contra sus
detractores y para defender sus medidas. Éstas aplicaron aquello de ‘cuidado
con lo que deseas porque te puede ser concedido’, entendido de tal manera que
estar conectado el pasado puede no concordar con la realidad actual.
Cabo Verde, circunstancias de una sodade anunciada
“Resumido: echar de menos”
Tatiana Almeida |
Con
la abolición del mercado de esclavos en 1876, y por lo tanto su mano de obra en
mínimos, el país cayó progresivamente en una olvidada ocupación colonial, sin
recursos suficientes para proveer a sus habitantes y padeciendo sequía y
hambruna. Resistiendo durante siglos el yugo colonial, Cabo Verde, así como
otros territorios portugueses en África, consiguió su independencia en 1975.
Este
pasado se refleja en su actual diversidad cultural y en sus tendencias, con las
islas del Sureste más propensas a una influencia africana, mientras que las del
Noroeste son más próximas a un mayor peso europeo/portugués. Tal es la mezcla
de genes que “cuando un bebé está a punto de nacer, se convierte en un momento
de expectación para saber qué tez y complexión tendrá”, bromea Tatiana Almeida,
estudiante de Historia del Arte en la Universidad de León (España). Tal
relevante como esto resulta el hecho de que sea un país-archipiélago en aras a
preguntarse qué sostiene a la identidad caboverdiana y cuáles son sus bases.
Almeida está seguro de ello y no tarda mucho en identificar elementos que
actúan como columna vertebral. “La música, el criollo (idioma ampliamente
hablado en la nación que resulta de la combinación de un anticuado portugués
con lenguas del África Occidental), la cachupa
(un plato nacional) o la sodade
(palabra caboverdiana para la saudade)
nos unen a todos. Esto es lo que todo caboverdiano preservas bien sea dentro o
fuera del país”.
Como
se puede percibir en sus palabras, la saudade
o sodade realmente tiene un efecto
más allá de su significado literal. Hay alrededor de un millón de personas que
se consideran caboverdianos, de los que solo unos 300,000 viven en las islas.
“Este hecho contribuye a acrecentar ese sentimiento. La gente mayor siempre
lleva a sus hijos a conocer su tierra, y enamorarse del país es inevitable. A
pesar de tener otra nacionalidad, ellos encuentran sus rasgos y raíces allí.
Una vez marchan, regresan nuevamente, y así personifican una nueva generación
víctima de la sodade”, reflexiona
Almeida.
‘Taty’,
-como es amistosamente conocida- junto con su familia, es una de esas
emigrantes. Crecida en Cabo Verde, ha vivido durante más de un lustro en España
y se da cuenta de cómo ese sentimiento melancólico se transmite de generación
en generación al morar en el extranjero. “Echar de menos la tierra de uno hace
que sea [la sodade] más fuerte e
inmortal. Los niños, incluso si desconocen Cabo Verde, oyen hablar de ello,
saben lo que significa y cómo usarla”.
Preguntada
por lo momentos en los que la sodade
se siente más, ella particularmente enfatiza que al escuchar música debido al
contenido y la letra “que habla de los lejos que está el país y cuánto se echa
de menos a la familia”.
En
realidad, la música de este archipiélago no podría representar mejor la esencia
de su cultura. Refleja su diversidad y combina elementos de estilos portugueses
(como el fado), africano (percibidos
en el funaná) y brasileños (como la samba en las coladeiras) para crear una forma artística totalmente única.Su
expresión más importante es la morna,
cuyo ritmo es lánguido y lento. De orígenes inciertos, su letra poética vuela
entre metáforas de deseo, anhelo y separación. Precisamente este aislamiento no
ha debilitado a la cultura, sino que la ha fortalecido puesto que son los
inmigrantes quienes usan la música para mostrar su amor hacia su patria. De
hecho, las comunidades de este país africano en Boston, París y Lisboa se han
convertido en núcleos de apoyo para sus compatriotas artistas y muchas de las
grabaciones de esta música se realizan en estas ciudades. Gabriela Mendes, Bana
o Tito París son algunos de los pesos pesados de la escena musical de Cabo
Verde. Pero si hay alguien que, al menos internacionalmente, les eclipsa es
Cesaria Evora, apodada la ‘Diva Descalza’ por su costumbre de interpretar sin
zapatos. Su morna ‘Sodade’ expresa perfectamente todo lo
que se ha descrito antes, una canción que “todo caboverdiano sabe cantar”.